Empieza una nueva era en la franquicia de la ‘estrella solitaria’, una que no incluye a Jason Garrett, pero que también traerá muchos problemas para empezar a ver la vida sin su entrenador en jefe. La primera prueba será la pretemporada 2020 de los Dallas Cowboys, misma donde deberán superar muchos obstáculos si quieren volver a triunfar.
La época de Garrett no es recordada de buena manera.
Hubo un período en el que Dallas perdió un lugar en los playoffs ante un rival de la división en la última semana de la temporada, tres años seguidos. Dallas tuvo un final de temporada prometedor con una devastadora derrota en los playoffs ante los Packers, dos veces.
A eso hay que agregarle la peor parte, Jason Garrett desperdició los primeros años de Tony Romo, Dez Bryant y DeMarcus Ware y cuando se topó con sus reemplazos, Dak Prescott, Amari Cooper y DeMarcus Lawrence, tampoco pudo capitalizar el potencial de ese grupo.
La llegada de Mike McCarthy, nuevo entrenador en jefe de los Dallas Cowboys. pic.twitter.com/bKdX56y8kF
— Somos Cowboys (@SomosCowboys) January 9, 2020
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Por eso los Cowboys contrataron a Mike McCarthy.
Aunque el exentrenador de Green Bay no tendrá una tarea sencilla. Jones y su hijo Stephen, contrataron a McCarthy para ganar un Super Bowl, pero los Jones le están dando a McCarthy muchas de las mismas estrellas que Garrett entrenó mientras tenían contratos baratos. Ahora McCarthy está obteniendo menos de cada uno y se le pide que haga más.
Los Cowboys de Garrett se caracterizaron por su bajo rendimiento y una sobreabundancia de estrellas mal pagadas. Por ejemplo, Dak Prescott ha comenzado todos los juegos para los Cowboys en los últimos cuatro años, pero en ese tiempo ha ganado menos de 5 millones en total. Mientras Garrett era el entrenador en jefe, el equipo tenía media docena de jugadores con talento de Pro Bowl en contratos que les pagaban mucho menos de lo que valían.
Hey @dallascowboys can we sign a few more “turds” like this? pic.twitter.com/t781dNy1bX
— Benny Smallz (@bennysmallzzzz) April 3, 2020
Aquí la prueba (en 2018):
– Prescott ($ 726,000) fue el mariscal de campo número 55 más caro.
– Elliott ($6.8 millones) fue el tercer corredor más caro.
– Cooper le costó a Dallas solo $412,000, convirtiéndolo en el receptor 181 más caro de la temporada.
Desde ese entonces, el equipo ha tenido que gastar para retenerlos. Cooper acordó un acuerdo que le pagará 20 millones anuales, convirtiéndolo en el segundo receptor más caro de la liga. Le pusieron a Prescott la etiqueta de franquicia, que le pagará más de 30 millones para 2020.
Ahora tienen a tres de los jugadores más caros del fútbol y el verdadero costo no es el dinero: sino la defensa. En 2020, están en camino de gastar más de la mitad de su límite salarial en la ofensiva, usará el 47.5 por ciento de su presupuesto en seis jugadores. De 2011 a 2019, Dallas nunca gastó más del 39.5 por ciento de su presupuesto en seis jugadores.
Podrán tener buenos jugadores a la ofensiva, pero ¿la defensa dónde queda?
La consecuencia natural de ese cambio es que Dallas se ha visto obligado a dejar ir a una serie de defensivos clave. El esquinero Byron Jones se fue en la agencia libre a Miami, donde ahora es el segundo esquinero mejor pagado de la liga. El ala defensiva Robert Quinn, quien lideró al equipo en capturas y mariscales de campo en 2019, se fue Chicago.
Además, firmaron al extremo defensivo Demarcus Lawrence que le pagan 21 millones anuales. Las 56 presiones del mariscal de campo de Lawrence, medidas por PFF, se clasificaron como #22 entre defensores, algo que no es malo, pero tampoco el mejor.
McCarthy debe organizar todas estas partes en un mejor equipo durante la pretemporada 2020 de los Dallas Cowboys y eso será un desafío. Los Cowboys lideraron la liga en yardas por jugada (6.5) y yardas por juego (431.5), ocuparon el sexto lugar en puntos por juego (27) y ocuparon el segundo lugar en eficiencia ofensiva, lo cual podrían seguir haciendo con su ofensiva, ahora solo es cuestión de que hagan magia del otro lado de la pelota.