Iván El Terrible, Catedral de San Basilio, datos curiosos de Rusia, Qué saber de Rusia, Mundial de Rusia 2018, Copa del Mundo, datos culturales de Rusia, historia de Rusia
En esta ocasión te hablaremos sobre Iván El Terrible, el dictador más sangriento de Rusia, un gobernante que disfrutaba matar y ver a las personas sufrir ante sus ojos.

Es momento de hablar sobre Iván ‘El Terrible’ y no es el jardinero izquierdo de los Diablos Rojos, sino el dictador más sangriento de la historia de Rusia, un gobernante que disfrutaba matar y ver a las personas sufrir ante sus ojos, convirtiéndolo en un psicópata, pues gozaba al torturar a toda clase de animales de diversas maneras, como arrojarlos desde lo más alto de su palacio, condenar a otras personas a una jauría hambrienta.

Iván El Terrible fue el dictador más sangriento de Rusia / Fuente: Getty

Iván IV Vasílievich fue el primer Zar de Rusia, es decir, el primer gobernante de dicho país (de 1547 a 1584). Él forjó a su nación haciendo cosas interesantes como conquistar Serbia y Kazán, añadiendo millones de kilómetros cuadrados de territorio a Moscú, introducir la imprenta rusa y la construcción de la Catedral de San Basilio.

Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas, pues a pesar de las pocas cosas que hizo bien para su nación, fue un personaje de la historia rusa muy despiadado con su familia y su población; conocido por haber matado a su propio hijo y quitarle la vida a miles de personas.

Iván El Terrible colaboró en la construcción de la Catedral de San Basilio. / Fuente: Getty

La personalidad psicópata de Iván El Terrible se desarrolló durante su infancia y pubertad, como resultado de la muerte de su padre, Basilio III de Moscú, a quien vio morir. Además lo afectó la muerte de su madre, que fue envenenada por los boyardos (grupo de nobles rusos) que se disputaban el poder.

Iván fue coronado Gran Príncipe de Moscú a los tres años de edad, pero el reino fue administrado por su madre hasta que falleció 5 años después, dejándole una tarea difícil a Iván tras quedar huérfano, al mando de un país. Durante su adolescencia sufrió severos ataques de ira, provocándole esputar por la boca, golpearse en la cabeza o arrancarse mechones de cabello.

Iván El Terrible mató a su propio hijo / Fuente: Getty

Con el paso del tiempo, convirtió en una tradición suya la tortura de toda clase de animales, arrojando al vacío perros desde los tejados del palacio real o llegando a despedazar a algunas personas con sus perros, a quienes encargaba con herirlas de gravedad o matarlas.

Cuando Iván El Terrible fue recluido en el Palacio del Kremlin, viviendo como un mendigo y humillado por los boyardos, estalló su odio hacia ellos con catastróficas matanzas.

En el Palacio del Kremlin. / Fuente: Getty

Su primer crimen político fue a los 13 años (1543) al ordenar que capturaran a Andréi Shuiski, el jefe del clan boyardo más influyente de Rusia y provocar su muerte al arrojarlo a una jauría.

En 1552, tras la conquista de Kazán, arrasó con todos sus habitantes, lo mismo repitió en Nóvgorod en 1570 con ayuda de los opríchnik (guardias personales), matando a miles de personas, entre ellos niños, a los que disfrutaba de arrojar a las aguas heladas de un río cercano.

Iván El Terrible cada que conquistaba regiones disfrutaba matar a sus habitantes / Fuente: Getty

En 1555, ordenó la construcción de la Iglesia de San Basilio en Moscú, quedando tan complacido de la obra que sin dudarlo mandó a dejar ciegos a los arquitectos responsables de la construcción para que jamás volvieran a proyectar algo tan hermoso.

En un arranque de cólera en 1580, golpeó con su bastón a su hijo mayor, el zarévich Iván y lo mató. Más tarde se arrepintió y en ocasiones le daban ataques de locura en los que se jalaba el cabello y se arrancaba la barba, hasta llegar a arañar las paredes, sufriendo fuertes heridas en los dedos.

Al morir, sus restos fueron enterrados en la catedral de San Miguel Arcángel, y tras su muerte, el sucesor del trono fue su hijo menor Teodoro I.