Antes de comenzar el Mundial, Keisuke Honda escribió una carta para The Players Tribune, en la que parece ser el ángel de los sueños de varios pequeños que sueñan con ser futbolistas, gracias a su inspiradora historia de persistencia. Actualmente Honda está entre los 16 mejores equipos del Mundial de Rusia 2018 con Japón, y con un duelo pendiente contra Bélgica por los Octavos de Final.
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Japón cayó ante Polonia, pero clasificaron a Octavos por Fair Play.
Honda comenzó a contando que cuando tenía 6 años, su padre le puso un video en el que salía Pelé. «No está jugando por diversión», -le dijo su padre- «está jugando porque sabe que si tiene éxito, podrá sobrevivir y cuidar a su familia». A raíz de ese video, Keisuke se prometió a sí mismo que iba a darlo todo por volverse el mejor jugador y que algún día jugaría una Copa del Mundo.
Relató también que sus padres se divorciaron cuando iba en la primaria, y que tuvo que vivir con su abuela. Ella era su heroína, pese a que lo crió con dureza. «Sé que esto sonará alarmante, pero hubo innumerables veces en que mi cabeza goteaba sangre después de que era disciplinado por ella», compartió Honda.
La vida y la cultura en Japón son totalmente diferentes a la Mexicana y en general a la que se vive en el occidente. La familia del nipón no era adinerada y la mentalidad de su abuela era «no somos ricos, y nunca seremos ricos. Así es la vida. Tendremos objetivos modestos y no nos quejaremos», pero Honda nunca estuvo de acuerdo con eso.
Él pasaba todos los recreos jugando futbol, hasta que los maestros literalmente lo tomaban por la chamarra y lo llevaban a clase. A su abuela no le gustaba que lo hiciera, pero él no se detenía. «Pueden decir lo que quieran sobre la forma en que ella me disciplinó, pero ella me enseñó a soportar, perseverar y ser mentalmente resistente.
Y necesitaba esa dureza. Porque tenía todos estos objetivos cuando era niño: quería ganar la Copa del Mundo con Japón, quería jugar en San Siro para Milan y quería apoyar a mi familia», recordó el mediocampista en su escrito.
Su primer equipo fue el Nagoya Grampus de la Liga Japonesa, firmó por 3 años después de la preparatoria y después fichó por el VVV Venlo de Holanda, donde no tuvo éxito y su equipo descendió a segunda división. «Para tener éxito, necesitaba cambiar mi juego. No podría simplemente ser un pasador como siempre lo había sido. Necesitaba convertirme en un goleador. Necesitaba la pelota».
Ese momento no sólo le cambió la forma en la que veía el futbol, si no la vida también. Se empezó a reunir más con sus compañeros que venían de países europeos y africanos. Se dio cuenta que muchos colegas venían de la pobreza, pero que su situación había sido más precaria que la suya y que mandaban gran parte de su salario a casa.
A Honda se le hacía extraño que sus compañeros fueran tan solidarios con sus familias y a pesar de luego haberse ido a Rusia, Italia y México, nunca olvidó a sus compañeros. Keisuke creó su primer proyecto llamado The Yume Foundation.
Ahí enseñaban la importancia de tener un sueño y otorgaban becas a estudiantes-atletas que tengan una situación económica difícil. Tienen 18 campos de futbol en países como Indonesia, Vietnam, Tailandia, Uganda, Camboya y los Estados Unidos.
Más adelnte The Yume Foundation se convirtió en Soltilo and Surf Cup Sports y actualmente cuentan con más de 70 programas y unos 15,000 miembros alrededor del mundo, entre niños y jóvenes profesionales. En Camboya tienen un equipo profesional llamado Soltilo Angkor FC y en Uganda al Bright Stars FC dando a aquellos pequeños que soñaban con ser jugadores profesionales, la oportunidad de cumplir su sueño.
El sueño de terminar con la pobreza siempre ha sido uno de sus objetivos cuando no está jugando. Si no está en temporada con su club o Selección, se reúne con diferentes inversores, ONGs, activistas y líderes del mundo para tratar de encontrar una solución, con la idea de que la educación es parte de la solución.
Honda reconoció en su misiva que cada vez que se pone la playera de Japón, recuerda aquella promesa que se hizo cuando era pequeño: Ganar la Copa del Mundo. Este podría ser su último Mundial y él lo reconoce. «A medida que me acerco al final de mi carrera, entiendo que este torneo representa mucho más que una celebración de futbol. Es una oportunidad para unir el deporte y ver lo mejor que nuestro juego tiene para ofrecer, sí, pero también es una oportunidad de mejorarnos a nosotros mismos.»
Para el ángel de los sueños, es importante recordar que el futbol es un juego, que lo juegan por que aman el deporte y además está seguro de que todos deberían tener la oportunidad de convertirse en profesionales y jugar en una Copa del Mundo.