Aaron Judge es una de las estrella más importantes en la MLB actualmente y no solo por su enorme estatura, sino por la calidad de juego que le ofrece a los New York Yankees. Temporada tras temporada demuestra de lo que está hecho, pero eso no quiere decir que la vida siempre fue sencilla.
Todos creen que un atleta profesional recibió todo en bandeja de plata.
La realidad no podría estar más equivocada, porque la mayoría de los que hoy están en lo más alto, alguna vez pasaron por momentos en lo que rendirse parecía la única opción. Gracias a esa capacidad de sobrellevar sus problemas es que ahora todos pueden disfrutar de Judge en las Grandes Ligas.
¿Se imaginan pasar de ser alguien no querido a ser amado por todos? Esa es una situación que no muchos viven y que para varios sería insuperable, pero este atleta tuvo la suerte de siempre contar con una familia amorosa que lo impulsó a seguir sus sueños.
Te recomendamos: El juego de comodín de la MLB es grandioso, pero injusto
Te puede interesar: 2019 fue el año del cuadrangular en las Ligas Mayores
Aaron Judge fue adoptado en el momento que nació.
Su madre biológica no podía tenerlo en ese momento de su vida y decidió darle a una pareja, Wayne y Patty Judge, quienes ya tenían otro hijo adoptado y Aaron se convirtió en el segundo. No pasó mucho tiempo antes de que le dijeran la verdad sobre su nacimiento.
Judge siempre fue muy inteligente, tanto que él mismo se dio cuenta que no se parecía a sus padres y les preguntó, ¿por qué somos tan diferentes? Bueno, no les quedó más remedio que decir la verdad, una que para muchos sería desgarradora, pero para él fue como cualquier otro momento y solo agradeció el tenerlo como su familia.
Fue en ese momento donde se soltó y los deportes fueron su escape.
En la preparatoria jugaba futbol americano como receptor, era pitcher en el equipo de béisbol y hasta jugaba como centro en el básquetbol. Sí, practicaba 3 deportes diferentes y en todos ellos era bueno, pero sobre todo en el de la pelota de 180 costuras y con el ovoide.
Varias universidades lo voltearon a ver para incluirlo en su programa de futbol americano, entre ellas Notre Dame, Stanford y UCLA, pero Judge se atrevió a rechazar a todas ellas para dedicarse de lleno a su verdadero amor, el ‘Rey de los Deportes’.
Hasta le dijo que no a un equipo de la MLB.
Los Oakland Athletics lo seleccionaron en el Draft del 2010 con el pick 31, pero él los rechazó para irse a la Universidad de Fresno State y practicar su juego un poco más. Estuvo ahí tres años, donde brilló como nunca y eso hizo que los Yankees lo voltearán a ver.
En 2013, tuvo otra oportunidad con los de Nueva York y en esta ocasión aceptó. Todo parecía ir bien, hasta que ese mismo año en un entrenamiento se rompió el cuadricep y se perdió toda la temporada, un inicio que nadie hubiera querido.
Después de jugar en algunas ligas menores, para probarse, debutó con los Yankees en agosto de 2016 en un partido contra los Rays de Tampa Bay y golpeó un jonrón en su primer juego. Desafortunadamente, sufrió una tensión oblicua el mes siguiente, por lo que fue puesto en la lista de «lesionados».
Bien dicen que el que persevera alcanza y 2017 fue su año. Se convirtió en el segundo novato en la historia de la MLB en alcanzar 40 carreras en una temporada, terminó con un promedio de bateo de .284, 154 hits y 114 carreras impulsadas. Recibió el premio ‘Players Choice Award’ y también fue votado como el Novato del Año de la Liga Americana.
No importa cuantas lesiones le hayan afectado en su carrera con los Yankees en la MLB o cuantas noticias ‘difíciles’ recibió, Aaron Judge es la prueba de que no existe momento perfecto, sino que hay que luchar para conseguirlo, siempre siendo humilde y con una sonrisa en el rostro.